11 de julio de 2010

Carel Kraayenhoff.


Carel Kraayenhof, el bandoneonista holandés que saltó a la notoriedad mundial cuando interpretó Adiós Nonino en la boda del príncipe Guillermo Alejandro con Máxima Zorreguieta, tiene en realidad una extensa y notable trayectoria en el mundo del tango. Su casa en una pequeña localidad cercana a Amsterdam es un verdadero museo dedicado al género, con una asombrosa colección de discos, libros y fotos.
En 1987, inspirado en el sonido de su admirado Osvaldo Pugliese, fundó el Sexteto Canyengue. Pugliese y Astor Piazzolla fueron, desde el principio, sus grandes referentes. De los dos alcanzó a obtener reconocimiento: con Pugliese tocó en Amsterdam; Piazzolla lo escuchó tocar y lo eligió para el montaje en Nueva York del musical Tango Apasionado.
Carel es además compositor, y le ha dedicado una pieza (Clavel rojo) a Pugliese, que forma parte del repertorio de la orquesta Color Tango. Muchos notables músicos de nuestro país como Libertella, Marcucci, Mossalini lo admiran y están unidos a él por vínculos de amistad.
En 1993, su pasión por el tango y su difusión en Europa, llevó a Carel Kraayenhof a inaugurar el Departamento de Tango del Conservatorio de Rotterdam, donde en la actualidad dirige con Leo Vervelde la Orquesta Tanguera de Rotterdam (OTRA).
Decidió que con la popularidad ganada como "el bandoneonista de Máxima" debía hacer algo útil: organizó un concierto en Holanda a beneficio de la Escuela de Música Popular de Avellaneda, institución que ya recibió lo recaudado en un acto celebrado en la Embajada de Holanda en Buenos Aires.
Asimismo ha organizado en Europa actuaciones a beneficio de diversas organizaciones de derechos humanos.
Entrevista a Carel Kraayenhof
El hombre tiene una carta de presentación marketinera, y así lo anuncia la compañía grabadora: es “el bandoneonista holandés que interpretó Adiós Nonino en la boda de Máxima Zorreguieta”.
No es para menos: después de aquel toque de suerte, Carel Kraayenhof se hizo conocido mundialmente, vendió cientos de miles de copias de su disco
Tango Royal, y otro tanto del que bautizó, claro, Tango Máxima.
Y todo desde un país al que hasta entonces no había llegado la fiebre del tango.
Pero al parecer Kraayenhof tiene otras cartas que acreditan su condición de tanguero: con su Sexteto Canyengue se dedica a cultivar el estilo de Osvaldo Pugliese, con quien en vida llegó a compartir varios shows y encuentros.
Cuando Piazzolla lo escuchó tocar, lo invitó a participar del musical Tango Apasionado, que montó en Broadway.
Con estos dos padrinazgos a cuestas, fundó el Departamento de Tango del Conservatorio de Rotterdam, donde actualmente dirige con Leo Vervelde la Orquesta Tanguera de Rotterdam.
En su casa de Noord Beemster, una pequeña localidad cercana a Amsterdam, Kraayenhof tiene armada una suerte de museo dedicado al género, donde atesora discos, libros, fotos y objetos especiales, como una bufanda que le regaló Pugliese.
El músico habla un buen español y tiene los suficientes modismos incorporados para despedirse de la charla telefónica con un “un gustazo”.
“Tocaba el piano desde los 8 años, y más tarde la verdulera. Pero nunca tuve la posibilidad de un gran instrumento con fuelle.
Un día un amigo argentino me dijo: ‘Tenés que tocar el bandoneón’, y me trajo uno de Buenos Aires”, cuenta el holandés.
“Yo conocía el sonido por un disco de Juan José Mosalini y estaba totalmente fascinado. Pero pensaba que, con 26 años, era muy tarde para aprender este complejo sistema.”
–Lo presentan como “el bandoneonista de la boda de Máxima”. ¿Eso es bueno o es malo para su carrera?
–En general, es bueno. No sólo porque me hizo muy famoso en mi país: lo más importante es que pude difundir el tango y el bandoneón.
Ese día dos millones de holandeses lloraron con esa muchacha argentina que se emocionaba con el tango. Y eso es mucho, porque mis compatriotas no lloran tan fácilmente.
– ¿Cómo lo contactaron?
Simple: averiguaron y yo fui el único bandoneonista en Holanda del que tuvieron referencias. Con ellos quedó una buena relación, de vez en cuando nos hablamos por teléfono, son gente muy macanuda.
Máxima se está dedicando a investigar sobre créditos para pequeños emprendimientos de desarrollo, y ahora se va a Brasil y Argentina por ese tema. Eso me gusta de ella.
– ¿Qué pasó en Holanda después de su Adiós Nonino nupcial?
–En mi país nadie sabía lo que era un bandoneón hasta antes de la boda. Después de escucharme, en el tranvía, en el tren, por todos lados, la gente me paraba, me abrazaba, me decía “yo también lloré”, me preguntaban por el tango y por el bandoneón.
Lo más lindo fue que un periodista, muy holandés él, calculó que con todas las lágrimas que se vertieron ese día los holandeses podían llenar la cancha del Ajax. Realmente fue una conmoción.
– ¿Cómo llegó a conocer a Pugliese? –Cuando él vino a Ámsterdam, en el ’85, yo toqué como telonero suyo con el cuarteto Tango 4, cuando recién habíamos empezado.
Para el ’89 ya habíamos formado el Sexteto Canyengue, con el que nos dedicábamos totalmente al estilo Pugliese, y ahí compuse un tema para él, Clavel rojo, que actualmente forma parte del repertorio de Color Tango.
Lidia y don Osvaldo nos invitaron a Buenos Aires y nos presentamos con ellos, desde ahí quedó una amistad muy grande, hace poco estuvo Lidia en un homenaje a Pugliese.
– ¿Qué fue lo que lo fascinó de Pugliese?–Fue casi como un abuelo muy querido y respetado, un hombre íntegro que dedicó toda su vida a la música popular con una modestia impresionante. Era un genio en el sentido musical, alguien muy preparado también en otros géneros como el clásico. Como músico enriqueció mucho el tango en su estructura, por su manera de arreglar y de poner ritmos folklóricos en el tango.
Siempre me emocionó la fuerza de su orquesta, con los bandoneones que casi tocan percusión. Y, pedía que no lo llamaran maestro: “Soy nada más que un tornillo en la máquina tanguera”, decía.
–Suena extraño que diga todo esto un holandés.
–Quizá porque desde lejos se puede ver y admirar con más profundidad. Aquí hicimos un estudio muy profundo de Pugliese como hombre y como músico, pasé mucho tiempo con él y con Lidia en mis visitas a Buenos Aires y en sus visitas a Holanda, y también con Roberto Álvarez, de Color Tango, que fue mi maestro.
– ¿Y Piazzolla?
–Tuve la suerte de que me convocara para la gira del musical Tango apasionado, y cada momento fue como una inyección de tango.
Aprendía sólo de observarlo: Piazzolla era muy inquieto, casi como un chico de siete años, con mucha energía, siempre estaba en la búsqueda de otras formas, todo el tiempo estaba componiendo, pero también actuando y haciendo giras.
Lo vi escribiendo en hoteles, obsesivamente, y un poco él me dejó el deseo de hacer lo mismo: dedicarme a la composición y al tango, obsesivamente.
Mi agregado: Clavel Rojo
¿Qué significado tiene?
Cada vez, en tiempos pasados, que a Pugliese lo ponían preso por sus ideas políticas lo reemplazaba, casi siempre, Armando Cupo. Y sobre el piano colocaban un clavel rojo.
"Cuando caía preso, hacía las orquestaciones en Devoto, yo las llevaba y después las ensayábamos con la orquesta.
En ese entonces el pianista que lo reemplazaba era Armando Cupo "(Enrique Alessio, bandoneonista, compositor, director de orquesta)
"Debuté el año en que acostumbrábamos a poner un clavel rojo arriba del piano. Era la época en que Pugliese estaba preso.
Los primeros años en la orquesta fueron muy duros (...)
En el '57 casi no tocó el piano. En las presentaciones había un reemplazante" (Ismael Spitalnik, bandoneonista).

Tango Royal
Carel Kraayenhof(1958) Clavel rojo
Astor Piazzolla (1921-1992) Milonga del ángel - Balada para un loco
Carel Kraayenhof (1958) Máxima - Milonga para Thirza
Astor Piazzolla (1921-1992) 'Aconcague' Concerto for bandoneón, string instruments and percussionAllegro marcatoModeratoPrestoOblivion
Roberto Álvarez Maypa
Astor Piazzolla (1921-1992) Adiós Nonino
Nederlands Kamerkoor
Carel Kraayenhof, bandoneón;
Vesko Eschkenazy, violin;
Heleen Koele, soprano;
Sexteto Canyengue
- Concertgebouw Chamber Orchestra
Ed Spanjaard, conductor
El bandoneonista holandés Carel Kraayenhof y su disco 'Memorias de Cuba' Julio 11 de 2008
El bandoneonista holandés Carel Kraayenhof tiene una notoria trayectoria en el tango. En su domicilio posee una gran colección de discos, libros y fotos relacionados con su pasión musical. En 1987, inspirado en el sonido de Osvaldo Pugliese, fundó el Sexteto Canyengue.
Pugliese y Astor Piazzolla fueron, desde el principio, sus grandes referentes. De los dos alcanzó a obtener reconocimiento: con Pugliese tocó en Ámsterdam; Piazzolla lo escuchó tocar y lo eligió para el montaje en Nueva York del musical Tango Apasionado.
En 1993, su pasión por el tango y su difusión en Europa, llevó a Carel Kraayenhof a inaugurar el Departamento de Tango del Conservatorio de Rótterdam. Ha organizado en Europa actuaciones a beneficio de diversas organizaciones de derechos humanos.
José Zepeda, director del Departamento Español de Radio Nederland entrevista a Karel Kraayenhof con motivo de la presentación de su nuevo disco compacto Memorias de Cuba
Carel Kraayenhof es un músico holandés reconocido en el "planeta del tango". Tal vez muchos lo recordarán por haber sido el bandoneonista que interpretó con tanta emoción Adios Nonino en el casamiento de la princesa Máxima. Desde hace más de 20 años ha recorrido innumerables países y compartido el escenario con leyendas como Astor Piazzolla y Osvaldo Pugliese.
Además, promovió la fundación de un departamento de tango en el Conservatorio de Música de Rotterdam.
En Tango Heroes presenta un disco con composiciones propias. Fue grabado el 12 de junio de 2006, en la sala Leine Komedie de Amsterdam (Holanda).
A continuación un reportaje realizado por la Deutsche Welle (la Voz de Alemania) por Enrique López Magallón, donde expresa interesantes conceptos sobre el tango y recuerda a Don Osvaldo Pugliese y Astor Piazzolla.
¿Cómo nació su amor por este instrumento, el bandoneón, y por el tango?
En realidad yo empecé con el piano a los ocho años. Uno de mis hermanos ya estaba involucrado en una banda que tocaba música irlandesa y escocesa y me propuso que me comprara una "verdulera", como se dice en Argentina; o sea, un acordeón diatónico. Empecé a estudiar estos instrumentos de manera autodidacta. En 1982, un amigo mío me mostró un disco de un bandoneonista llamado Juan José Mosalini, radicado en París. En él tocaba solos de bandoneón. Me conmovió tanto, que a partir de ese momento me puse a buscar un bandoneón, pero no había en Holanda. Un día tocaba yo el acordeón en un parque de Amsterdam, se acercó un muchacho argentino y me preguntó si también tocaba el bandoneón. Le dije que era mi gran sueño y me ofreció buscar un instrumento para mí en su próximo viaje a Argentina. Volvió con un instrumento fantástico, un doble A: Alfred Arnold, o sea, de los mejores. Así que empecé sacando arreglos de Pugliese y de Piazzola, con los discos.
¿Qué fue lo que más le impresionó de aquel disco de Mosalini, el virtuosismo o la emoción de la música?
Estaba yo muy emocionado por el sonido. La mano izquierda en el bandoneón produce un sonido muy denso, muy melancólico. La mano derecha, en cambio, tiene una expresión mucho más brillante. En combinación parece que se escucha una pequeña orquesta. Tambien me impresionó que con cada mano se puedan tocar melodías independientes.
¿Cómo define usted el tango?
La definición más linda y más profunda que jamás oí, es la del poeta e historiador de Buenos Aires, Horacio Ferrer. Él dice que el tango es la primera sonrisa en tu cara después de haber cruzado un mar de llantos. El tango es como el blues de América Latina, pero no sólo tiene la nostalgia sino también la alegría.
En lugares tan lejanos de Argentina como Finlandia hay clubes donde la gente se reúne a bailar tango. Usted es holandés. ¿A qué atribuye el hecho de que el tango sea tan bien recibido en culturas que aparentemente nada tienen que ver con la latinoamericana, o específicamente la argentina?
La música argentina tiene influencias de muchas culturas europeas. Buenos Aires es una ciudad de muchísimos inmigrantes. Por eso en el tango se escuchan rasgos de músicas clásicas pero también de músicas folclóricas. En las cuerdas se escucha influencia de Rusia y de Hungría. Los italianos y los españoles también tuvieron una influencia muy grande. Todos los instrumentos que se tocan en el tango argentino son de origen europeo, hasta el bandoneón, que es alemán. Así que el tango es la combinación ideal entre Europa y América Latina.
Usted ha decidido hacer ya sus propias composiciones de tango. ¿Cómo llegó a esta decisión?
En 1990 compartí el escenario con Osvaldo Pugliese, que invitó a mi conjunto -el Sexteto Canyengue, de Holanda- a Buenos Aires. Luego fundamos un departamento de tango en el Conservatorio de Rotterdam, donde Pugliese se desempeñó como director artístico. Él decía siempre a sus músicos: "Muchachos, hay que ensuciar papeles". Es decir, había que escribir notas, nuevas composiciones, nuevos arreglos. Me siento tan agradecido con los argentinos, que como músico me siento obligado a esforzarme en la escritura de la música. Así que ahora, después de haber tocado tango por veinte años, decidí componer algunos homenajes a Pugliese, a Osvaldo Ruggiero, a Roberto Álvarez, a Juan José Mosalini y a varios maestros más.
Piazzola se enfrentó en su momento a las críticas de "fundamentalistas", que le reprochaban hacer un tango adulterado. ¿Qué opina usted de la evolución del tango?
Astor Piazzola no mató al tango. De hecho, él fue el salvador del tango. Este género siempre está en un proceso de evolución. Los pasos que dio Piazzola eran necesarios para el tango. También lo que hizo Pugliese en los años cuarenta fue una revolución tan grande como la que Piazzola llevó a cabo después. Ninguna música puede quedarse estancada. Si no evoluciona, no puede pasar a las siguientes generaciones.

1 comentario:

  1. A mi megusta mucho este tipo de musica. Me gusta ponerla de fondo en mi apartamento en Buenos Aires, como musica ambiental

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