6 de junio de 2010

Israel "Cachao" López.


(La Habana, 14 de septiembre de 1918, Coral Gables - 22 de marzo de 2008, Miami), a menudo conocido simplemente como "Cachao", fue un músico y compositor cubano. Se convirtió en una leyenda de la música cubana con su magistral manejo del contrabajo y se destacó por sus actuaciones musicales en el mambo y el jazz latino. Su talento lo llevó a obtener dos premios Grammy (en 1995 y 2005), un Grammy latino en 2003, el título de Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad de Berkeley y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Ha sido descrito como "el inventor del mambo". Se le considera un maestro de la descarga (improvisaciones en vivo).
Comenzó tocando distintos instrumentos, hasta que se quedó con el contrabajo, que le permitió, siendo un adolescente, ingresar en la Orquesta Filarmónica de La Habana, donde tocaban su padre y su hermano mayor. "Cachao" salió de Cuba en 1962 con una larga lista de éxitos y aseguró en una entrevista concedida el 2007 que si no fuera por su compatriota y colega Dámaso Pérez Prado "no se hubiera escuchado el mambo mundialmente". Su primera parada fue Madrid, donde permaneció un año antes de emigrar a Estados Unidos. En ese país residió en las ciudades de Nueva York, Las Vegas y Miami.
López también tocaba el bajo acústico con su hermano, el multi-instrumentista Orestes López. Ambos compusieron literalmente más de 3.000 canciones juntos y fueron muy influyentes en la música cubana desde los años 1930 a la década de 1950. Crearon el "nuevo ritmo" hacia fines de los años 1930, el cual transformó el danzón mediante la introducción de ritmos africanos en la música cubana, que llevó al mambo.
Ganó varios premios Grammy tanto por su propio trabajo y sus contribuciones en álbumes de estrellas de la música latina, incluyendo a Gloria Estefan. En 1995, ganó un Grammy por Master Sessions Volumen 1. En 2003, ganó un Grammy Latino al Mejor Álbum Tropical Tradicional Latina junto con Bebo Valdés y Patato por El Arte Del Sabor. Volvió a ganar un Grammy en 2005 por su trabajo ¡Ahora Sí!.
Su sobrino, Orlando "Cachaíto" López se convirtió en uno de los pilares del famoso Buena Vista Social Club.
Cachao tocó con artistas como Tito Puente, y su música ha aparecido en películas como La jaula de las locas, y la banda sonora del videojuego Grand Theft Auto: Vice City. El actor Andy García produjo un documental titulado Cachao ... Como Su Ritmo No Hay Dos en 1993 acerca de su música. También compartió escenarios con Celia Cruz y su esposo Pedro Knight, así como con el trombonista Generoso Jiménez. Su última colaboración musical la realizó con Gloria y Emilio Estefan en el álbum de la cantante titulado 90 Millas.
López falleció en la mañana del 22 de marzo de 2008 en Coral Gables, Florida, a la edad de 89 años, producto de complicaciones tras una insuficiencia renal.[1
Entrevista con el Maestro Israel Cachao López
Entrevista realizada en Madrid en junio de 1995 por Alejandro Calzadilla, Alberto Vergara y Maigualida Ocaña, con motivo de la presentación de la película Como su ritmo no hay dos
¿Qué nos cuenta de sus inicios en la música?
Mi vida musical es muy larga, yo comencé a tocar a los ocho años, primero como bongosero y luego como tresero. Trompeta también toqué, pero la trompeta la dejé porque yo sufría de asma cuando pequeño. Yo toqué trompeta con un sexteto que se llamaba Los Invasores. Ya luego con mi padre me dediqué formalmente al contrabajo.
¿Algún contrabajista en particular lo influenció?
No, ninguno, porque a mí me gustaba la creación. Yo siempre quise tener mi propio estilo. Lo que pasa es que yo venía de una familia de tradición musical, mi padre, mi madre y hasta mi abuelo, eran músicos. Por cierto que mucha gente cree que Cachao es un apodo y ese era el apellido de mi abuelo Aurelio López Cachao.
¿Y como lo comenzaron a llamar Cachao?
Eso fue el público, la gente, como conocía a mi abuelo, entonces decían, caramba mira qué bien toca el nieto de Cachao y por allí me fui quedando como Israel Cachao López. Ahora incluso sobrinos míos en Cuba son llamados de la misma manera, a uno que también es contrabajista lo llaman Cachaíto. Yo creo que es por cariño, y como me parece bien, lo acepto y me gusta.
¿Qué innovaciones introdujo el maestro Arcaño a las orquestas de danzón?
Una muy importante, él fue quien introdujo la tumbadora en el formato de orquesta de danzón, porque Arsenio Rodríguez ya la había introducido pero en el formato de conjunto. Te cuento otra cosa que generalmente todo el mundo se salta, el primero que introdujo la trompeta en los conjuntos de son fue mi hermano Orestes López. Los antiguos sextetos pasaron a ser septetos, esto fue en el año 27. Un año después, aproximadamente, los demás sextetos, el Nacional, el Habanero, etc. incluyeron también la trompeta, pero el primero fue mi hermano, porque el era un tipo muy revolucionario en la música. Lo que sucede es que este conjunto de Orestes, que era quien lo dirigía y además cantaba, no era famoso ni conocido. Existe una grabación de la RCA Victor de ese año con la trompeta que introdujo mi hermano. Yo tenía ese disco pero todo eso quedó en Cuba, igual que muchas de las grabaciones de mis descargas.
¿Recuerda cuándo fue la primera vez que estuvo en Venezuela?
La primera vez que yo estuve en Venezuela, fue para una fiesta oficial en una finca de uno de los ayudantes del dictador Marcos Pérez Jiménez. Eran los años 50 y el señor si mal no recuerdo, era de apellido Herrera, le decían El Platinado. Ese día la pasamos muy bien, todo fue muy agradable, y al día siguiente fuimos a una exposición de moda en el Palacio de las Fuerzas Armadas, que por cierto quedamos muy impresionados por la belleza del edificio, las sillas, las escaleras, los pasamanos. En esa oportunidad tocábamos con la orquesta de Fajardo y sus Estrellas, en el año 1954, luego volvimos en el 57, esta vez para tocar en los carnavales, en un club, que si mal no recuerdo, se llamaba Casablanca, donde también tocaba Luis Alfonso Larrain. Precisamente este señor Larrain habló conmigo en el año 1949 para invitarme a pertenecer a su orquesta, que era muy buena. Ya para esa época había muchos cubanos trabajando como músicos en las orquestas venezolanas. Nunca pudimos llegar a un acuerdo porque yo estaba contratado y tenía mucho trabajo. Fíjate qué casualidad que en el año 1957 cuando regresé por segunda vez lo encontré en esta sala que te contaba, Casablanca. En esa oportunidad estuvimos casi un mes en Caracas. Fue la última vez, aunque tengo muy buenos amigos en Venezuela.
Trabajé con Machín en Cuba en un cuarteto que él tenía
¿Qué recuerdos tiene de Antonio Machín?
Bueno, Antonio Machín por los años 30 viajó a los Estados Unidos y estuvo allí como de 10 años. En ese momento tuvo un problema con inmigración y se marcho a Cuba.
Yo trabajé con Machín en Cuba en un cuarteto que él tenía. Cantaba él, otra persona en el bongó, Jesús López (el pianista de Arcaño) en el piano y yo en el bajo. Luego él se fue para Londres, y de ahí creo que se trasladó a España. Esto fue muchos años más tarde, en el 50 creo. Él es un hombre conocidísimo en toda España. Estuvo muchos años en Sevilla y sus presentaciones las tenían que hacer en la plaza de toros porque gustaban mucho.
¿Recuerda a otro músico cubano que se quedara a vivir en Venezuela?
Sí, cómo no. Está un músico muy conocido: Eduardo Cabrera Cabrerita, pianista y arreglista, que también vivió en Venezuela.
Con la orquesta de Bola de Nieve fue con la primera que toqué, en el año 1927. Con él toqué 3 años. Tocábamos en las salas de cine que no tenían sonido.
La música se hacía en directo, sabes, teníamos que simular ruidos, gritos, música, etc.
¿Y algún otro músico cubano además de Machín que se haya residenciado aquí en España?
Hay muchos, en este momento yo no recuerdo sus nombres, pero son muchos. Hay un cantante que estuvo aquí en España y finalmente se trasladó y se quedo en París llamado Óscar López, que tiene una orquesta en París que se llama Mambomanía. También está Marcelino Guerra Rapindey que está actualmente viviendo en Alicante. Lo que sucedió con Rapindey es que él era marino mercante y la actividad musical se puso con los años un poco floja, así que el siguió con su profesión de marino, aunque la música nunca la dejó. Luego al final de su carrera, lo retiraron muy bien, con buen dinero y como a él le gustaba mucho España y se casó con una española, pues se quedo aquí en España. Yo también estuve mucho tiempo aquí, casi dos años con La orquesta de Ernesto Duarte. Aquí también vino mucho Bola de Nieve, que también viajó a Caracas.
Con la orquesta de Bola de Nieve fue con la primera que toqué, en el año 1927. Con él toqué 3 años, tocábamos en las salas de cine que no tenían sonido. La música se hacía en directo, sabes, teníamos que simular ruidos, gritos, música, etc., teníamos que estudiar la película por el día para aprendernos los pasajes más difíciles. Hay una anécdota que yo siempre cuento y que me hace reír. En esa época muchas películas eran del oeste americano, y los actores se la pasaban pegándose tiros, y había uno de los músicos que se la pasaba con una botella de ron al lado. Por supuesto cuando comenzaban los tiros, el actor disparaba dos veces y este amigo músico que les cuento tiraba 90 tiros como mínimo y la gente del público le gritaba, qué pasa, que la pistola tiene seis balas nada más. Después en el 30 cuando comenzó el sonido, los músicos quedamos fuera y comencé con la Orquesta Típica.
¿Le tocó trabajar en los teatros de la Habana?
Trabajé mucho en los teatros de zarzuela y ópera.
¿Y alguna obra con danzones?
No, casi todas eran de música europea, teatro musical o zarzuela, revista.
Nos gustaría mucho que Ud. nos comentara algunas cosas sobre lo que fue “el nuevo ritmo” y cuál el cambio musical que con él se introdujo.
Eso fue un viraje que le dimos a la música, porque el danzón era y es muy bueno, pero le faltaba cierta cosa, como más fuerza. Entonces mi hermano y yo pensamos que podíamos hacer algo para mejorarlo y entonces hicimos la famosa pieza Mambo. Esta pieza tenía una velocidad enorme y pensamos que la gente no la entendería con tanta velocidad, así que le redujimos la velocidad a lo normal del danzón. Esa inquietud duró muchos años, yo pase 12 años en la orquesta de Arcaño, del 37 al 49. Para aquella época todo el mundo adoptó esa manera de tocar el danzón, sin dejar de lado el otro que también es muy bueno. El danzón se distinguía antes porque se hacía una introducción, donde destacaba el clarinete, que después fue sustituido por la flauta. Luego venía la segunda parte que era muy romántica y entraban los violines y la gente aprovechaba para enamorarse. Luego venía la última parte donde se acababa el problema y a bailar todo el mundo. Después Pérez Prado tomó esta fórmula de mambo, la modificó, la arregló y fue increíble lo que hizo con esto, lo fortaleció de una manera increíble.
– Antes de sus descargas del 57 ¿Hacía alguien este tipo de trabajos?
No. Eso fue creación mía porque yo era medio loco en ese aspecto en mis cosas. No lo hice con la intención de triunfar ni ganar dinero, sino más bien para pasar un rato bueno con los músicos que compartían este sentimiento conmigo. Es por esto que mis descargas siempre fueron como grandes reuniones de amigos. Bueno y allí está el trabajo, con los años ha adquirido más y más valor, yo nunca lo hubiera imaginado.
Cachao y sus descargas
...el mismo día que llegué toqué con la orquesta de Charlie Palmieri. Con su hermano Eddie estuve más tiempo, casi dos años. Luego también toqué con Johnny Pacheco, con Tito Rodríguez, con Joe Quijano.
¿Su salida de Cuba fue por razones políticas?
No precisamente, aunque yo no estoy de acuerdo con el régimen, pero salí porque tenía un contrato de trabajo, viajé y trabajé en España y luego salí rumbo a Nueva York porque había conseguido un trabajo en el Palladium, donde tocaban Tito Puente y Tito Rodríguez. Allí, el mismo día que llegué toqué con la orquesta de Charlie Palmieri. Con su hermano Eddie estuve más tiempo, casi dos años. Luego también toqué con Johnny Pacheco, con Tito Rodríguez, con Joe Quijano. Toqué en muchas orquestas y night clubs, en esa época, había mucho movimiento. Luego me llamaron para trabajar en Las Vegas y allí trabaje nueve años. En Las Vegas trabajé en muchos hoteles, en los más grandes y famosos y luego nos fuimos a Miami donde tengo mi casa actualmente.
¿Alguna vez le tocó trabajar en películas?
Sí como no. Recuerdo que trabajé en una con Tin Tan, el comediante, y también con otros artistas mexicanos, donde la ambientación era de árabes. Recuerdo también una en Cuba con Rita Montaner y Miguelito Valdés que se llamaba Sucedió en La Habana. Aparte de la película, yo también trabaje con Miguelito Valdés. Teníamos un cuarteto muy simpático en Nueva York. Tito Puente era el timbalero, Charlie Palmieri el pianista, Miguelito Valdés el cantante y el bajista que era yo.
Y no existen grabaciones de ese trabajo?
No, lamentablemente no. Porque eso era una cosa de amigos. Nada serio ni muy comercial, era para divertirnos.
Alejandro Calzadilla es miembro fundador de Anapapaya, antropólogo y diseñador gráfico.
Alberto Vergara es músico arreglista, vibrafonista y director, y Maigualida Ocaña, cantante. Ambos trabajaron juntos en la banda Caracas Son 7.

Por: César Pagano
paganocesar@yahoo.com
Bogotá - Colombia
Cedido por su autor para Herencia Latina

A sus 88 años, tan fecundos, Cachao no deja de convocar miles de personas en sus giras por el planeta. Y su talento arrollador y su magnetismo que se recarga en cada presentación le valen recibir más y más premios y distinciones.
El señor Israel López, Cachao, natural de La Habana, Cuba, se ha destacado como compositor, director de orquesta y contrabajista legendario. Bastaría repasar su labor, extensa y original, para hallar datos que nos dan la idea del despliegue de vitalidad y sabrosura de este músico ya mítico: ha tocado en más de 250 orquestas y junto con sus hermanos Orestes y Coralia nos lega una colección de más de 2.000 composiciones.
Les compartimos este reciente diálogo, en el pasado Festival de Jazz de Barranquilla (septiembre de 2006) con un artista que sirve de ejemplo a las recientes generaciones de músicos, para que se enteren de que cuando el corazón y la mente vibran la creación musical suele tornarse inagotable, se salva de caer al vacío de los lugares comunes. La verdad, ¡como Cachao y su bajo no hay dos! ¡Un, un, dos tres, cua!...


¿De dónde sale el célebre apelativo de Cachao?

“De Aurelio López mi bisabuelo, que era andaluz y utilizaba mucho el cachondeo, la broma. De cachondeo sale Cachao, como si fuera un apellido. Yo lo tengo como denominación artística -eso suena mejor-“.

¿Cuándo empezó a desarrollar su profesión?

“Yo empecé en el año 1926 a tocar, como a los ocho años de edad, bajo la orientación de mi padre y mi hermano mayor”.

¿Es verdad que nació en la misma casa natal de José Martí y que el día del cumpleaños del héroe se formaba un problema?

“Sí, cómo no, ahí nacimos todos. En la calle Paula 102, en el barrio Belén de Cuba, todos los años ocurría una verdadera peregrinación. Mi familia ha vivido mucho tiempo allí. Y todos los años, el 28 de enero cuando se conmemoraba el nacimiento de Martí, teníamos que dejar la casa para la visita de los escolares y sus profesores. Imagínese, teníamos que abandonar la casa, después de pintarla cuidadosamente”.

Hablemos de sus hermanos músicos...

“¿De Orestes y Coralia y yo? Orestes era un hombre bueno, el primero de la familia y un ejemplo que yo quería imitar pues era mi ídolo. Entre mi hermano y yo hicimos un promedio de tres mil danzones: mil quinientos él y mil quinientos yo. En una semana se hacían hasta veintiocho danzones. Eso era mucho. Llegó un momento en que era demasiado, cuando surtíamos la Orquesta de Arcaño y sus maravillas. Le cuento una anécdota: cuando eso yo fumaba cinco paquetes diarios de cigarrillos mientras escribía música. Entonces, iba a levantar el lápiz y me lo ponía en la boca y el cigarrillo en la oreja. Cosas de muchachos. Entonces mi hermano reía y me decía: ‘te vas a quemar un día de estos, pon más atención’".

¿Qué agrupaciones recuerda de sus primeros años?

“Existían muchas orquestas en aquella época: estaban Belisario López, Antonio María Romeu, la Orquesta Gris, la Orquesta de Cheo Belén Puig, la Orquesta Ideal, la Orquesta Melodías del 40 y los Conjuntos de Arsenio Rodríguez, Conjunto de René Alvarez y el Septeto de Alfredo Bologña, Sexteto Occidente, Septeto Nacional, Septeto Habanero, Septeto Favorito, Septeto Botón de Oro, siempre Septetos. Mi hermano Orestes fue el primero que le puso trompeta a los septetos cubanos con su Septeto Apolo, en 1926, cuando graba para la RCA Víctor. No fue la Sonora Matancera, la de la primera trompeta como se dice por ahí”.

¿Usted se inicia profesionalmente con cuál orquesta?

“Realmente me inicio en el son. Era percusionista, bongosero, de una agrupación infantil en la que nos divertíamos mucho. El director, un muchacho de 14 años, del que seguramente tienes que haber oído hablar: Roberto Faz, nacido en Regla quien llegaría a ser uno de los mejores soneros y boleristas de Cuba. A mis doce años llegué a tocar en la Orquesta Filarmónica de La Habana durante treinta años, con directores desde Pedro San Juan hasta Erick Kleiber.
Trabajé con Ernesto Lecuona en tres temporadas, con Gonzalo Roig y con Rodrigo Prats. También trabajaba ópera, zarzuela, en la opereta y en el ballet. Alguna vez acompañamos a Renata Tebaldi, Ezzio Pinza y Mario del Mónaco. Un Chiste: alguna vez una soprano que sentía al bajista sin el ritmo adecuado se le acercó y le dijo: ‘maestro, 6x8’. Y él le contestó: 48.
Yo, por ejemplo, tocaba un concierto de frac -parecía un pingüino con eso-. Cuando terminábamos el concierto íbamos al baile, fíjese usted, me quitaba el frac y me ponía una camisa guarachera que era lo que se usaba. Si me aparezco de frac al baile me matan, porque eran dos ambientes completamente diferentes”.

¿En qué momento participó usted en el cine y de qué manera?

“Eso fue en el año treinta, cuando tenía siete presentaciones diarias. Primero yo acompañaba el cine silente con Bola de Nieve. Tratábamos de producir los sonidos según el argumento de la película. Había un ayudante que se emborrachaba y empezaba a hacer como ochenta tiros con una sola pistola, parecía una ametralladora y claro el público se daba cuenta y se reía. Desde los años treinta, las películas tenían su banda sonora y ahí terminan todas las orquestas del cine silente que había en ese momento. Ese acontecimiento nos obligó a hacer los bailes para poder vivir.
Con la primera orquesta que toqué se llamaba Orquesta de Marcelino González, una orquesta también de muchachos. Tenía doce años y en ese año empecé con Marcelino a tocar bailes. Después de Marcelino vino la de Antonio María Romeu.
También trabajé con Pablito Quevedo que muere muy joven de una enfermedad. La orquesta se llamaba Los Caciques. Es un misterio saber porqué no grabó, ya que era un ídolo en La Habana y la verdad es que las grabaciones no eran muy fáciles en aquella época, porque se grababa en Cuba y se iba a hacer el disco en Nueva York o en Nueva Jersey. Así grabaron Matamoros y María Teresa Vera con su Sexteto de Occidente, que a la gente le parecía raro que una mujer dirigiera, pero ella era una persona muy dulce e inspiraba respeto. Era encantadora y tenía una voz única, como la de Barbarito Díez. Yo inauguré la CMQ, que después se convirtió en Radio Suaritos”.

Cuéntenos un poco del espíritu que animaba a los integrantes de la Orquesta Arcaño y sus Maravillas del Siglo...

“Éramos jóvenes inquietos con ganas de renovar la música, nos estábamos preparando, y queríamos ir más allá de los danzones tradicionales, el pianista Jesús López era muy original, Ulpiano Díaz con excepcionales cualidades rítmicas. Mi hermano y yo éramos los compositores. De ahí sale el mambo y otras nuevas e interesantes obras”.

¿Cuál es la mejor época de Arcaño y sus Maravillas?

“Estuve con la orquesta doce años. En ese lapso, de 1937 a 1948 -que fue cuando yo me fui- la Orquesta era difícil de igualar. Fue la mejor época que tuvo la Orquesta de Arcaño, porque ensayábamos mucho, estrenábamos obras y todavía estaba mi hermano Orestes, Jesús López, Ulpiano y yo. Todos después se fueron de esa orquesta e incluso Arcaño no pudo tocar más por el problema muscular en un labio y es ahí cuando busca a José Fajardo y a José Antonio Díaz, a quien llamaban El Cojo... fue diferente”.

¿José Antonio Diaz tocó con Romeu también?

“Tocó con Romeu la mayoría de las veces, y con el último que trabajó en Cuba fue con Barbarito Díez. A pesar de su limitación física jugaba pelota y corría con sus muletas. Era muy cómico. Yo nunca había visto eso. ¡Imagínese la escena¡ Entre otras flautas extraordinarias encontramos la de Aurelio Herrera, Panchito Flauta Mágica, cuyo nombre en realidad era Panchito Labat. Tenía muy buen sonido. Era una época formidable. Sí, ¡uhhh!, formidable, estaba Alfredo Brito, también con bello sonido y hermosas composiciones”.

En Arcaño, ¿de quién es la idea de incorporar música de los E.U., como por ejemplo la de Broadway o Rapsodia en Azul de George Gershwin?

“Sí, eso, un danzón mío que me inspiró Broadway como en el año 48, cuando estuve la primera vez en E.U. En Nueva York, paseando por Broadway, me maravillé y entonces le adicioné algunas melodías en boga. Bueno, en la primera parte tenemos Aleluya (tararea), la segunda tiene algo de Gershwin y la última parte de Jerry Roll Morton. En otras obras, colaborábamos todos para hacer esos arreglos.
Mi hermano dice: ‘no sabemos por qué la gente, la juventud en especial, aceptaba todo eso, todas esas locuras que salen del mambo. En 1937 hicimos un ritmo tan rápido que la gente no podía bailarlo. Porque era la época del romanticismo, ellos no bailaban eso. Entonces acordamos reducir la velocidad, hicimos mambo-danzón y ahora sí la gente lo acogió.
Posteriormente, en 1946, Dámaso Pérez Prado hace una música de mambo, la organiza con metales, saxofones, trompetas, trombones y ritmo completo. Pero, entonces, hay una cosa que quiero aclarar: ni Pérez Prado ni yo tuvimos nunca una controversia. Por el contrario, éramos buenos amigos”.

¿Ustedes no pensaron en demandarlo por utilizar el nombre de mambo?

“No, no, no. Pero, ¿por qué? En realidad lo que sucede es que si no es por Pérez Prado el mambo no se conoce en el mundo. Es una cosa que hay que agradecérsela a él. Gracias a él el mambo tuvo éxito”.

¿Por qué eligen a Antonio Arcaño como director de las Maravillas del Siglo?

“En ese momento Arcaño estaba mejor preparado que nosotros para hacer las negociaciones, porque el músico generalmente no es comerciante y es muy malo haciendo comercio, pierde dinero. Arcaño era más diligente en esos aspectos y efectivamente fue el que llevó la orquesta al puesto que tuvo”.

¿Y él fue el de la idea de crear los tres grandes? He sabido que pretendían crear un cierto oligopolio de orquestas para manejar el mercado de La Habana...

“Mas o menos decían eso, pero el lema salió de la Segunda Guerra Mundial: Churchill, Stalin y Roosevelt, porque estaban de moda esos grandes políticos. Los tres grandes musicales eran: Melodías del 40, Arsenio Rodríguez y Arcaño y sus Maravillas. Figúrese, la competencia era tremenda.
En 1949 inauguré el gigantesco Teatro Blanquita (hoy llamado Carlos Marx), que se hizo a capricho del millonario Ornedo, que le puso columnas de colores (parecía una barbería) y una pista de hielo que era terrible para tocar allí por lo frío”.

¿Y como percibió la llegada de nuevas orquestas, por ejemplo la Orquesta Aragón?

“Muy buena la Orquesta Aragón. Se crea también la Orquesta América y las dos compiten con el cha cha chá, sin embargo, tiene más éxito la Aragón, porque presenta mejor el cha cha chá que todas las otras. Se vuelve una orquesta especialista y entonces sobrepasa a la Orquesta América y la Aragón le da la vuelta al mundo. Esto hizo que la América fuera bajando. Todo el mundo prefería oír a la Aragón”.

Además he oído de Cristóbal Diaz Ayala, que la América y Jorrín se dedicaron un poco a debatir en México, dejándole el campo abierto en Cuba a La Aragón...

“Cierto, así fue. Además, la Aragón tenía la gran flauta de Richard Egües, quien acaba de fallecer el 1 de septiembre (2006) en Cuba. Él era formidable. Él me interpretó una pieza que grabó conmigo y le quedó muy bien: Sorpresa de flauta. Fue el primer clarinete solista de Santa Clara. Porque era clásico también y además era pianista. En 1949 me alejé de Arcaño para tocar con una orquesta sinfónica, que interpretaba toda clase de géneros. En esa época inauguramos el Hotel Habana Rivera, en el 57. Estuve cinco años, hasta el 62, que fue cuando me fui para España”.

Despacio, maestro. ¿Cómo surge la idea de las descargas, qué fue lo que lo motivó a usted para eso?

“No, eso fue una cosa de ocasión, en el 57. Dije: vamos a hacer esto a ver qué pasa. Cité a todo el mundo a las cuatro de la mañana e íbamos grabando hasta las nueve de la mañana. Hicimos en cinco horas todo eso que oyeron ustedes de ahí en adelante, pero no lo hicimos con la idea de que fuera un gran negocio. La intención era innovar y tocar lo que nos gustaba. Después de todo eso nos dijimos: vamos a escondernos todos porque nos van a matar. Contra lo esperado, les gustó”.

Cuando usted se va de Cuba viaja a España, ¿entiendo que trabajó con Ernesto Duarte?

“Naturalmente, yo participé en la orquesta que se llamó Sabor Cubano, así se llamaba, en Madrid. Era el punto clave de nuestras actividades. En España estuve del 62 al 63, hasta finales del 63, casi dos años. No grabamos porque Ernesto Duarte tenía mucho trabajo, pues fue nombrado jefe de la RCA Victor y Duarte tenía que ocuparse en otras actividades”.

¿Con Machín trabajó allí, en Madrid?

“No, con Machín trabajé en Cuba en la vieja época. Teníamos dos trabajos, el de una funeraria y el de una venta de guarapo. El de la funeraria decía: ‘si algún día se le ocurre morirse, si se muere, pida su tendido a la funeraria Fuentes. Esta es la mejor vida de muerto posible’. ¿Sabes lo que es eso? Teníamos un libreto especial para la calle por donde iba el funeral. Y el de la fábrica de guarapo decía: ‘Tome el mejor guarapo hecho con cañas especiales’. ¡Qué va! Eran cañas comunes y corrientes. Ese era Machín, estuvimos como tres meses. Luego se fue a Europa, después de triunfar en los Estados Unidos”.

¿Es cierto que usted ha participado en Orquestas de tango?

“Sí, también estuve con Libertad Lamarque dos años. En Nueva Cork, la acompañaba y cuando estuvo en Miami, también. Así mismo estuve con Aceves Mejía, de mariache”.

¿De mariachi?

“Sí, usé el traje de mariachi, el sombrero no era de los buenos, no era de piedra sintética sino de las de la calle. Pesaba mucho, sudando, sudando y el sombrero pesaba, entonces dije: no, se acabó el mariachi para mí (ríe). He tocado toca clase de música, hasta la música griega que es tan difícil, pues tiene compases muy complicados de 10x8, que no los entienden sino ellos”.

¿Tiene un estilo muy personal, porque no es solamente en la digitación admirable suya y el dominio del arco, sino que utiliza el contrabajo como instrumento de ritmo?

“Claro, hago mis cosas como si fuera una tumbadora o un bongó y formo un lío tremendo y después de ahí hasta lo golpeo. Son travesuras que dan variedad. Aparte de eso, creo que hay que tocarlo así, sin seriedad. Hay que moverse y ponerle sabrosura y humor. Cuando llegué a los Estados Unidos grabé con mucha gente. Con Joe Quijano, Con Machito, con Tito Rodríguez, con Charlie Palmieri. Después grabé con mis propias agrupaciones, en las que, por ejemplo, hay un disco que tiene Walpataca (palabra inventada por mí). El Caballo de Tom Mix y La Pausa de Cachao”.

Al componer, ¿lo hace con el contrabajo o con el piano?

“La mayoría de las veces no necesito de ningún instrumento. Uno puede componer sin sonar un instrumento. Hoy es más fácil grabar una melodía, porque se coge la grabadora y se deja el registro. Pero antes había que tenerla en la mente y a veces a la media hora uno se decía: ¿qué era lo que yo estaba cantando? Se iba la inspiración y a lo mejor no vuelve nunca. Hay que dejarlo ahí, y a lo mejor un día, el menos pensado, usted dice: ‘tengo aquí guardado este recuerdo’. Es increíble lo que hace la mente con la composición. De pronto responde de nuevo la inspiración”.

¿Qué piensa sobre la muerte?

“La verdad es que cuando uno tiene cierta edad se va preparando. Cualquier cosita que siento a veces creo que llegó el momento. Estuve muerto diez minutos hace dos años. Me sentí en un lugar desconocido para mí, muy frío, rodeado de montañas de nieve y yo congelado en medio de ellas. Pero no estaba incómodo. Nada del túnel ese que hablan. Me salvó un primo de Andy García, quien es médico y después de examinarme dijo: está muerto. Me puso una inyección y me revivió. De eso solo me enteré hasta el otro día”.

¿Su fórmula de vida optimista?

“Desde que nací eliminé el mal humor. Pase lo que pase hay que reír y vivir sin preocupaciones. Hay que tener paciencia. Yo soy el rey de eso y tocando me olvido de todo”.

Edición de febrero-marzo de 2007


No hay comentarios:

Publicar un comentario